martes, 16 de mayo de 2006

La calle y la casa

No siempre coincide, tal vez sí. Tal vez sólo no coincida en nuestro sueño de lo que debe ser. La calle parece indicar la casa, su presencia, su riqueza, su apertura, su extensión, el aire circulando por las ventanas... Nosotros esperamos de una calle abierta y luminosa, llena de palmeras y otras frondosidades, una casa abierta y luminosa, con vistas al horizonte de tejados y de soles. ¿Por qué ha de corresponder? Aquella construcción rodeada de campo y árboles se dividió y subdividió, algunas partes perdieron el contacto al exterior y aprendieron a respirar el aire de los patios. Hoy está compuesta de muchas pequeñas casas que miran dentro o fuera, que tiemblan si se levanta la voz más de la cuenta... Pero la calle es bella y abierta, hay sol y la brisa mece las palmeras bien crecidas. En primavera huele a azahar y al acercarse el verano crecen y maduran las naranjas, primero pequeñas bolas verdes, después brillantes frutos en la sombra.

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