lunes, 3 de abril de 2006

Manual de infractores

¿Qué mejor manera de aconsejar un libro que leer en voz alta un fragmento?

Escuchad:

CANON

Esa argamasa o rémora del arte
que reproduce con fidelidad
malsana los ornamentos vacuos de la vida,
¿conduce a algo distinto al desaliento?

Pinturas, libros, músicas computan
las vagas señales de la realidad, urden
el testimonio de unos hechos
burdos por evidentes,
calcos al fin baldíos de la banalidad.

¿La vida es justamente su apariencia?
¿Nuestra ambición no es más que ese artificio
que emula la obviedad de la memoria?
¿Ya sólo significan las palabras
lo que en los diccionarios significan?

Todo está al fin surtido de facsímiles,
todo hiede a retrato y a remedo.
No sin ser deformada
puede la realidad exhibir sus enigmas.

J.M. Caballero Bonald, Manual de infractores,
Barcelona, Seix Barral, 2005, pág. 41

Merece la pena leer, una y otra vez, algunas frases y algunos poemas de este libro.

Por ejemplo, en Introspección (pag. 13), "Emigra la verdad como las aves"; y en Efigie (pág. 22), "Seguirá estando allí donde yo esté"; o en Necios contiguos (pág. 24, que no debe dejarse de leer entero), "Escrito está en los márgenes/de libros y botellas:/los necios se asesoran de otros necios contiguos". ¿Y en Desacuerdos póstumos (pág. 34)?, "aún es la vida y ya es la muerte".

Pero hay que leer también Pasión de clandestino (págs. 39-40), Prueba platónica (pág. 57) y Deprecación (pág. 92).

Me dejo, claro, muchos. No se trata de copiar aquí más de medio libro.

¿Os he convencido ya para leerlo? ¿Para disfrutarlo a ratos y a deshoras?

¿No?

Último intento:

"Ahora es mañana, su duración es mía.
El ayer
pertenece, como la historia, a los demás". (pág. 55)

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