domingo, 2 de abril de 2006

De vidas pasadas...

Yo no sabía que estabas ahí esperando, si lo hubiera sabido hubiese llegado antes. No sabía que en mi locura tu visita era el premio del destino.
Inconveniente como nadie, llegaste a deshora y por sorpresa.
Impresentable como nadie, te hice esperar algunas horas.
Sobre mis hombros, tus brazos cerraron una cápsula del tiempo, un batiscafo incivil que nos llevó a las profundidades.
Desapareció de golpe el deber, el tiempo, el mundo.
Desaparecí yo.
Sólo quedaron tu calor y tu humedad que me envolvían.
Yo no sabía que llegabas, ni siquiera que hubieses pensado venir algún día. Entré y allí estabas. Tu risa nerviosa destrozó todas las barreras, tenías miedo de que no te aceptara.
¡Cómo iba a negarte, si no había nada más que tú en ese instante!
Yo no sabía...

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