Segundo poema latino
Te fuiste sin mirar atrás,
riendo te fuiste,
sonreíste entre dientes
bajando las escaleras.
Me quedé en la puerta,
mirando, mientras cerraba el día,
mientras acababa la noche
y esperaba las burlas de mis compañeros.
Podríamos haber soñado,
juntos al amanecer,
que ni mi casa
ni la tuya
tienen escaleras
para bajar.
Aunque no sé,
ni sé si me gustaría saber,
si te hubiera gustado
que ninguno de los dos
hubiéramos tenido
visitas que atender.
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