martes, 19 de diciembre de 2006

Otto René Castillo, viudo de mundo.

Nació en Quezaltenango, Guatemala, en 1936. Desde muy joven se comprometió, luchó, participó. Con dieciocho años era presidente de la Asociación de Estudiantes de Post-primaria y uno de los activistas juveniles más destacados del Partido Guatemalteco del Trabajo. Afirma Roque Dalton:

Su poesía se nutrió del dolor de su pueblo y de su indoblegable esperanza y fue un ardiente llamado y un homenaje a los sectores más explotados de Guatemala: las masas indígenas.

Militante político, revolucionario, activista cultural... Dentro y fuera de Guatemala, en la lucha en el interior y en el exilio, no paró de esforzarse por la libertad de su pueblo. Lo mataron joven, activo, en 1967, a sus treinta y un años. Herido en combate, las fuerzas del gobierno lo apresaron y lo llevaron a la base militar de Zacapa. Allí lo torturaron y mutilaron, y después lo quemaron vivo.

Sus propios verdugos han testimoniado su entereza y su coraje ante el enemigo, el tormento y la muerte: murió como un indoblegable luchador revolucionario, sin ceder un ápice en el interrogatorio, reafirmando sus principios basados en el marxismo-leninismo, en su ferviente patriotismo guatemalteco e internacional, en su convencimiento de estar siguiendo - por sobre todos los riesgos y derrotas temporales- el único camino verdaderamente liberador para nuestros pueblos, el camino de la lucha armada popular. (Roque Dalton)

La muerte heroica de Otto René Castillo es, nos dice Roque, la máxima prueba del respaldo que dio con sus hechos a la aceptación de que el poeta es una conducta moral.

Otto René lo sabía, sabía que algún día lo matarían. Por eso avisó de lo que se le venía encima, de lo que ya esperaba... de que pronto quedaría viudo de mundo:

Compañeros míos
yo cumplo mi papel
luchando
con lo mejor que tengo.
Que lástima que tuviera
vida tan pequeña,
para tragedia tan grande
y para tanto trabajo

No me apena dejaros.
Con vosotros queda mi esperanza.

Sabéis,
me hubiera gustado
llegar hasta el final
de todos estos ajetreos
con vosotros,
en medio de júbilo
tan alto. Lo imagino
y no quisiera marcharme.
Pero lo sé, oscuramente
me lo dice la sangre
con su tímida voz,
que muy pronto
quedaré viudo del mundo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Poemas muy significantes de la epoca. Un testimonio real de las convicciones individuales y la realidad cognositiva por encima de la aceptacion de honores justificados .

Otto sera el companero de siempre en la lucha de siempre, los jovenes deben aprender su historia para creen en la sinceridad y amor a la vida, que esto les ayude a enterder los sentimientos sensibles sociales y ponerlos en la practica diaria.


Edwin Mendoza

Profesor Portillo dijo...

En Guatemala conocí a una persona que me habló de él. Lo admiraba y lo apreciaba. Busqué entonces algo para leer y para saber. Creo que tuvo que ser una persona admirable... de las imprescindibles.