sábado, 25 de marzo de 2006

La bitácora como historia (¿1?)

Como si fuera el sein heideggeriano (no tengáis miedo, esta referencia es sólo un adorno), la bitácora tiene como característica constitutiva la temporalidad. No sólo en el sentido obvio de su secuencialidad cronológica, de su automatismo datador, sino también en un sentido constitutivo: cada post, cada corte en el tiempo, tiene sentido en el momento de su publicación, y si no tiene sentido inicialmente es por su incapacidad para alcanzar su momento.

La bitácora queda como un reflejo de la secuencia del tiempo, de la temporalidad, pero, de la temporalidad ¿de qué?. A través de la bitácora vemos lentejuelas del tiempo que hacen de ventanas a momentos en el pensamiento de su autor, en la circunstancia de este pensamiento, en todo o parte de lo que lo rodea, aquello en o frente a lo que piensa... o siente... o vive.

La bitácora es, entonces, en cierto sentido, como un reguero de ventanas a la historia intelectual del que escribe y del que lee (en el sentido que da Rorty a esta expresión, que incluye desde el TBO hasta la ONU, desde el Tetris y el Come Coco hasta la Crítica de la Razón Pura y el Manifiesto comunista, desde la canción desesperada de Neruda hasta el atardecer en la playa de Cádiz, junto a los bloques...)

Y, por eso mismo, la bitácora es un caleidoscopio que enfoca la historia afectiva del que escribe y del que lee (desde la emoción de aquella primera publicación a la del primer abandono, desde cada dolor y cada alegría, desde cada cansancio y cada desánimo a cada impulso de rabia, reconstitución, creación...) y la proyecta en mil facetas, mil colores movibles y fascinantes.

De este modo, la bitácora es vida, no simplemente un reguero de ventanas a la vida, sino vida que se cuela en la red para tocarse las puntas de los dedos con otras vidas...

(Llegado a este punto de cibermística, voy a cerrar el post, la ventana, voy a dejar este dedo tendido a ver si alguien me lo toca en un comentario, un enlace, y me voy, mientras tanto, a ir junto al mar, a ver, a acompañar, a charlar sin mediaciones técnicas...)

Hasta luego.

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