Parábola del billar ... y más.
La cantaba Luis Pastor, pero era un poema de Carlos Álvarez, de su época en las cárceles, entre 1963 y 1965.
NO PUEDE haber otro juego
tan cruel como el billar:
tres hombres en una celda
condenados a chocar.
Siempre es una bola blanca
la que ataca con afán:
la bola roja está roja
de los golpes que le dan.
¡Ay bola de roja sangre
que nunca quiere atacar!
¡Ay blanca bola de nieve
que la obligas a jugar!
El verde color del campo
se ha puesto triste de ver
que a la tierra malherida
no la dejan florecer.
Y todo, porque a unos hombres
les parece diversión
lanzarle a una bola roja
disparos al corazón.
tan cruel como el billar:
tres hombres en una celda
condenados a chocar.
Siempre es una bola blanca
la que ataca con afán:
la bola roja está roja
de los golpes que le dan.
¡Ay bola de roja sangre
que nunca quiere atacar!
¡Ay blanca bola de nieve
que la obligas a jugar!
El verde color del campo
se ha puesto triste de ver
que a la tierra malherida
no la dejan florecer.
Y todo, porque a unos hombres
les parece diversión
lanzarle a una bola roja
disparos al corazón.
El mismo Carlos Álvarez que luego escribió, en el ferrocarril de Langreo, en el verano de 1971:
Yo soy aquél que ayer no más decía
el verso rojo y la canción humana.
No me importa decir lo que decía.
Volverá la esperanza una mañana.
el verso rojo y la canción humana.
No me importa decir lo que decía.
Volverá la esperanza una mañana.
Fuente: Carlos Álvarez, Como la espuma lucha contra la roca,
Bilbao, Zero, 1976
Bilbao, Zero, 1976
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