De las banderas y su utilidad
Hace un año más o menos tuve una bitácora, Turangawaewae, y de los archivos que guardé cuando la vacié y cerré voy a rescatar algunas citas estos días... va aquí la primera.
EL JOVEN.- ¿Y para qué, si se puede saber? Ni siquiera es capaz de decirme en qué consiste nuestra misión. ¿Dónde está la bandera por la que merece la pena luchar? ¿En qué podemos creer todavía?
HERZEN. Ay, seguimos creyendo en toda esa suerte de cosas... menos en nosotros mismos. Usted ha emprendido la búsqueda de una bandera. Yo, en cambio, quiero deshacerme de todas las banderas. Usted exige un puntero. Pero un puntero sólo existe en la escuela. Es usted demasiado viejo para tales puerilidades. Nadie tiene el derecho de hacerse pasar por más tonto de lo que es. (pág. 92)
HERZEN. [...] que no basta con tomar y destruir la Bastilla para convertir a sus prisioneros en hombres libres. (pág. 94)
HERZEN. [...] No pretendo consolarlo, sólo quiero hacerle comprender que nuestra época no tiene el monopolio de los sufrimientos y la inutilidad. (pág. 100)
Hans Magnus Enzensberger, Diálogos entre inmortales, muertos y vivos, Barcelona, Círculo de L, 2002
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