domingo, 28 de mayo de 2006

Árbol

Cerca de casa hay un árbol que mira fijamente cuando paso. No acerca las ramas a mi cara ni, amenazante, levanta las raíces del suelo para ponerme la zancadilla. Sólo mira.

Como es un árbol, su tiempo no es el mío, y nunca sabré si su mirada, firme y decidida, permanente, presente durante horas, durante días, es, simplemente, un vistazo de curioso vegetal que quiere espiar al naranjo que hay junto a mi puerta. Tampoco sabré si es más. Si es que espera, mirando fijamente el punto por donde debo pasar cada día, a que mi paso resuene a través del suelo en sus raíces, para saber, sentir, decirme algo.

Como soy humano, mi tiempo no es el suyo, y el nunca sabrá que no huyo, que ni siquiera me percato de ese guiño que me hace por fin cuando, ya en el coche, me pierdo por la avenida que hay tres manzanas más abajo.

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