lunes, 12 de febrero de 2007

Orín a raudales

¡La luna! Los policías ¡Las sirenas de los transatlánticos!
Fachadas de orín, de humo, anémonas, guantes de goma.
Todo está roto por la noche,
abierta de piernas sobre las terrazas.
Todo está roto por tibios caños
de una terrible fuente silenciosa...


Federico García Lorca,
"Paisaje de la multitud que orina",
Poeta en Nueva York,
Madrid, Cátedra, 1992, pág. 146

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿G.L. conoció el botellón?

Profesor Portillo dijo...

Posiblemente no, pero sí una plaza llena de bares y gente bebiendo y orinando en cualquier barrio neoyorquino. El efecto bioambiental debe ser parecido.