Desde Casablanca nos hablan...
Atentado en Casablanca. Un terrorista suicida hace estallar en un cybercafé la bomba que llevaba pegada a su cuerpo. Según dicen los noticiarios, no pensaba atentar en ese lugar, pero tuvo una discusión con el dueño y...
Si en el despropósito del fundamentalismo integrista terrorista hubiese un resquicio de dignidad, de coherencia -cosa que no acepto- ¿dónde quedaría tras este atentado de mafia barata?: Si me discutes, la furia de Alá caerá sobre tí... por medio de mí mismo.
Aunque, buscando en la red, parece que la causa de la decisión de que el atentado se produjera allí fue que los terroristas iban a entrar en webs integristas de las que presumiblemente sacarían las últimas instrucciones sobre el destino de las bombas. Al impedirles el hijo del dueño que entraran en esas páginas, uno de ellos hizo explotar su carga: No impidas los designios de Alá o lo pagarás caro... yo me encargaré de ello.
Uno de los mayores peligros de las religiones está en la interpretación que algunos seres humanos hacen de las mismas, de la voluntad de la divinidad en que creen y de la justificación de cualquier acto, por terrible que este pueda ser, en esa supuesta voluntad divina. Hoy por hoy, no hemos encontrado aún una vacuna mejor contra el integrismo y el fundamentalismo que la educación para la convivencia en la diversidad, la libertad de pensamiento y diálogo, la autonomía moral y la incitación al viaje y a la apertura al mundo. Todo esto funciona, claro está, en la medida en que esta educación, esta apertura y este llamado a la libertad y la autonomía no se ejercite a través del filtro de la propia religión. Por no hablar del viaje y el contacto con otras culturas, costumbres e ideas... ¿de qué nos sirve viajar si lo hacemos pensando que vamos a visitar a los infieles, a los bárbaros, a los enemigos y vamos preparados para no contaminarnos lo más mínimo? ¿De qué sirve visitar las grandes maravillas del mundo si vamos a verlas pensando que como la ermita de nuestro pueblo no hay nada?
Ninguna creencia desmedida está a salvo de estos peligros. El localismo, el nacionalismo, el chauvinismo (somos los mejores, ellos nos tienen envidia, nos odian, quieren arrebatarnos lo nuestro)... Las ideologías mantenidas de un modo acrítico... Las religiones añaden un peligro más: la justificación en la supuesta autoridad soperior o suprema de las divinidades o la divinidad única (llámense éstas como se llamen).
2 comentarios:
Con demasiada frecuencia, las confesiones religiosas suelen ir asociadas a convicciones y comportamientos de marcado carácter excluyente, y lo peor del caso es que, por lo general, quienes se alimentan a diario de una "confesionalidad excluyente" no se suelen dar cuenta ni, por tanto, son conscientes de lo que realmente viven como la cosa más natural del mundo. Con una particularidad que jamás deberíamos olvidar: los sentimientos de exclusión suelen ser tanto más fuertes y más profundos cuando el sujeto que los lleva dentro es más religioso y más ferviente.
....Decididamente, lo mejor y más honesto que todos podemos hacer es repensar nuestras creencias. No para ponerlas en duda, sino para extirpar de ellas toda raíz de exclusión. La confesionalidad excluyente que envenena las relaciones entre las personas.
José M. Castillo
(en ATRIO)
Podría ser un buen principio.
Un saludo.
Publicar un comentario