Día internacional contra el racismo y la xenofobia
Estuvimos en el parque, había mucha gente, algunas personas, venidas de países lejanos, bailaban en el escenario. Otras enseñaban a bailar a los aborígenes -es decir, a nosotros, a los residentes en esta ciudad-. Se podía comer alguna tapa de sabor extraño, beber -cómo no- mojito bien fresco. Había actividades para los niños y las niñas. Y colores, no sólo en las pieles, también en las ropas y en los tenderetes...
El sol, ya se sabe, tenía que asomarse a ver tanto baile y tanta charla...
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