Caminantes (7)
No quería hacer este camino, no lo escogió. Fueron ellos los que decidieron el día y la hora, los que le pusieron un guardia a cada lado a la salida de la celda, los que lo llevaron a la puerta de la cárcel -o lo que fuera aquel lugar donde lo habían encerrado- y lo montaron en un coche. Fueron ellos los que dijeron al conductor del coche el lugar preciso en el que tenía que parar, y los que explicaron a los dos guardias que, después de subir caminando por el sendero, debían dejarlo allí, junto a la casa de madera. Y allí estaba, junto a la casa, pidiendo a los guardias que no lo dejaran con ellos, los que preparaban ya sus armas para llevarlo al camino del bosque, de donde, estaba seguro, nunca volvería.
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