Caminantes (5)
La ropa que dejó la caminante sobre la silla aún olía a brezo y a bosque, a miel fuerte de las colmenas silvestres, a la pegajosa jara que acosa los senderos y al fragante romero... Ella iba ya más al sur, donde la costa no es ya sino una franja de arena entre los pinos y el mar.
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