Caminantes (1)
Por la mañana se levantó en silencio para no molestar a los durmientes. Se calzó las botas con cuidado, ya casi en la puerta de salida. Comenzó a caminar sin prisa, sin tensiones, dejando que los músculos adquirieran su tono y su alegría. Saludó al sol en lo alto de la loma. Sonrió. Sonrió desde dentro, desde muy adentro, como se sonríe de verdad. Hizo el cangrejo un poco para bajar el sendero, terriblemente empinado. El valle se extendía ante sus ojos, verde, en hileras verdes sobre fondo de tierra. Llegó a una cuesta más suave y retomó el paso habitual. Entre las vides flotaban olores suaves a tierra húmeda y tierra seca, a vino, a queso, a leche recién ordeñada. Se dirigió hacia la granja que se vislumbraba detrás de un bosque cercano...
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