martes, 17 de abril de 2007

Salida


Llegamos a la estación, llenos de ganas,
esperamos un buen rato.
Por fin,
llegado el momento,
subimos al tren.


El vagón era amplio,
estaba limpio y vacío.
Escogimos sitios
y lo llenamos con nuestras risas
y nuestras palabras.


El camino estaba dispuesto,
libre el paso,
la hora se acercaba.


Dejamos atrás esa estación,
ahora ya vacía,
huérfana de nuestras voces
y nuestros cuerpos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo, para todo viaje
-siempre sobre la madera
de mi vagón de tercera-
voy ligero de equipaje.

Profesor Portillo dijo...

Aunque hay equipaje que uno difícilmente podría dejar atrás: la experiencia, el saber, la vida ya vivida...