miércoles, 19 de septiembre de 2007

Manifiesto sobre lo que es y puede llegar a ser un libro


Carlos Fuentes comenta en uno de sus libros la campaña de alfabetización que en los años 20 del siglo XX realizó "el primer ministro de Educación de los gobier­nos revolucionarios, el filósofo José Vasconcelos", y "la feroz resistencia de la oligarquía latifun­dista" a la misma:

Los hacendados no querían peones que supieran leer y escribir, sino peones sumisos, ignorantes y con­fiables. Muchos de los maestros enviados al campo por Vasconcelos fueron colgados de los árboles. Otros regre­saron mutilados.

Esta campaña, nos cuenta, iba acompañada por el impulso a la alta cultura:

Como rector de la Universidad Nacional de México, Vasconcelos mandó imprimir, en 1920, una colección de clásicos en preciosas ediciones de Homero y Virgilio, de Platón y Plotino, de Goethe y Dante, joyas bibliográficas y artísticas, ¿para un pueblo de analfabe­tos, de pobres, de marginados? Exactamente: la publica­ción de clásicos de la universidad era un acto de espe­ranza.


Para explicar el significado social de esta edición cultural, Carlos Fuentes presentó a continuación un auténtico manifiesto sobre lo que es y puede llegar a ser un libro:

Era una manera de decide a la mayoría de los mexicanos: un día, ustedes serán parte del centro, no del margen; un día, ustedes tendrán recursos para com­prar un libro; un día, ustedes podrán leer y entenderán lo que hoy entendemos todos los mexicanos.

Que un libro, aunque esté en el comercio, trasciende el comercio.

Que un libro, aunque compita en el mundo actual con la abundancia y facilidad de las tecnologías de la in­formación, es algo más que una fuente de información.

Que un libro nos enseña lo que le falta a la pura información: un libro nos enseña a extender simultáneamente el entendimiento de nuestra propia persona, el entendimiento del mundo objetivo fuera de noso­tros y el entendimiento del mundo social donde se reúnen la ciudad -la polis- y el ser humano -la persona.

El libro nos dice lo que ninguna otra forma de comunicación puede, quiere o alcanza a decir: La integra­ción completa de nuestras facultades de conocernos a nosotros mismos para realizarnos en el mundo, en nuestro yo y en los demás.

El libro nos dice que nuestra vida es un repertorio de posibilidades que transforman el deseo en experien­cia y la experiencia en destino.

El libro nos dice que existe el otro, que existen los demás, que nuestra personalidad no se agota en sí mis­ma sino que se vuelca en la obligación moral de pres­tarle atención a los demás -que nunca son lo de más.

El libro es la educación de los sentidos a través del lenguaje.

El libro es la amistad tangible, olfativa, táctil, visual, que nos abre las puertas de la casa al amor que nos hermana con el mundo, porque compartimos el verbo del mundo.

El libro es la intimidad de un país, la inalienable idea que nos hacemos de nosotros mismos, de nuestros tiempos, de nuestro pasado y de nuestro porvenir recordado, vividos todos los tiempos como deseo y me­moria verbales aquí y hoy.

Hoy más que nunca, un escritor, un libro y una bi­blioteca nombran al mundo y le dan voz al ser humano.

Hoy más que nunca, un escritor, un libro y una bi­blioteca nos dicen: Si nosotros no nombramos, nadie nos dará un nombre. Si nosotros no hablamos, el silen­cio impondrá su oscura soberanía.


Carlos Fuentes, "Lectura",
en id, En esto creo,
Barcelona, Seix Barral, 2002, págs 170 - 172



8 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo he sido siempre una persona de libros. Me contaron que aprendí a leer antes de los cuatro años y que, durante mi infancia, leía sin parar y el mejor regalo que se me podía hacer era un libro.

La educación que me dieron fue también en ese sentido. Mi padre me enseñó con el ejemplo que puede faltar dinero para otras cosas pero nunca para libros, y mi madre dejó una señal en el libro que estaba leyendo cuando salió para el hospital 13 días antes de morir.

Con esto quiero decir que el libro ha sido para mí algo absolutamente vital e indispensable.
Con la llegada de las nuevas tecnologías me dije que no podrían afectarle, que el tacto del papel, la emoción de pasar las páginas nunca podría ser sustituida por una máquina.

Sin embargo ahora, a medida que pasa el tiempo y, sobre todo, que pasa mi tiempo, ya no estoy tan segura.

Profesor Portillo dijo...

Yo, que deseo poder leer aún muchos libros, sigo pensando que hay algo especial en la sensación de tumbarse o sentarse a leer, de llevar consigo el libro que se está leyendo y aprovechar autobuses, salas de espera, huecos... No me veo leyendo en la cama en un portátil antes de dormir...

Anónimo dijo...

Coincido plenamente contigo. Incluso añado lo que alguien dijo de que todos, alguna vez, hemos dejado caer una lágrima sobre las páginas de un libro, pero nadie se imagina esa lágrima sobre la pantalla de un ordenador...

Sin embargo, mi percepción no va por ahí, sino más bien por la tendencia a lo corto, lo breve, que vamos teniendo.

La Red es una fuente inagotable de información, narrativa, poesía, ensayo... pero todo en pequeñas dosis, y eso nos está acostumbrando a pasar de una cosa a otra sin insistir en ninguna.

De ahí, pienso yo, el auge del relato dentro de la narrativa. Cosa que no es nueva. Hace muchos años ya se hablaba de la oposición entre novela-fuente y novela-rio.

De todas formas, esto es una apreciación personal, quizá condicionada por mi propia experiencia.

Profesor Portillo dijo...

Últimamente hay mucho concurso de microrrelatos (150 palabras máximo o cosas así). ¿Un síntoma más?

Anónimo dijo...

Eso ya me parece excesivo.

Más bien una moda nacida de los SMS.

Mientras, en esos relatos, no lo escriban todo con K...

Profesor Portillo dijo...

En realidad hay una tradición literaria al respecto... Algunas antologías por ahí (desde relatos de unas pocas líneas, un párrafo, hasta los de unas cuantas páginas... por ejemplo la antología de literatura fantástica de Silvina Ocampo y Bioy Casares)... Pero no domina un límite tan estricto que parece más bien un resultado de la administración del espacio en la web...

Anónimo dijo...

http://www.ideal.es/granada/prensa/20070922/tribuna_granada/utilidad-ficcion_20070922.html

Curiosa iniciativa. Y tuvo que ser interesante lo que escribió Andrés. Es un escritor muy joven, pero con una obra ya bastante consolidada y un futuro prometedor.

Y, encima, habla tan bien como escribe...

Profesor Portillo dijo...

Genial idea.

Me ha gustado la iniciativa.