domingo, 30 de septiembre de 2007

La camarada

Claro que sos mi camarada
porque sos más, sos siempre más.
Hay la ruta en común, el horizonte
dibujado con lápiz de esperanza,
hay la amargura del fracaso
a la hora en que los hornos no se encienden
y hay que palear el carbón del mañana.

Claro que sos mi camarada
porque sos la que dice no, te equivocaste,
o dice sí, está bien, vayamos.
Y porque en vos se siente que esa palabra es una
lenta, feliz, necesaria palabra:
hay cama en camarada,
y en camarada hay rada,
tu perfume en mis brazos,
tu barca anclada al lado de la mía.

Julio Cortázar, "La camarada",
en id. Salvo el crepúsculo,
Madrid, Alfaguara, 1985, pág. 118

3 comentarios:

Nat dijo...

Cuanto hace, profe, que no abro uno de estos cuadritos, no para decirte que que bueno es Cortázar, que también me gusta, ni que imbéciles los imbéciles que celebran virginidades de artificio, ni que impresionante esta u otra foto, ni que estremecedor este verso, o aquel otro...
sino para decirte, también, o mejor, ante todo, que este tu espacio, también es para mi un espacio necesario, donde vengo, una dos, a veces varias, a veces ninguna vez por día, pero siempre vengo. A leer, a compartir, a indignarme, a dejarme llevar por las palabras, los sentidos, las ideas. A descansar, la mayoría de las veces.
También -como la necesaria palabra de Cortázar- este es para mi un necesario espacio, entre otros poquitos, parte de mis días y mis pensamientos.

Desde la primavera argentina, por fin soleada, un abrazo.

Profesor Portillo dijo...

Un abrazo, Nat, desde el otoño del sur de esta península, a caballo entre el Mediterráneo y el Atlántico. Gracias por venir, por hablar y por valorarme así.

Anónimo dijo...

Bienvenida, Nat, con tu buena prosa de siempre.

Un saludo desde el otoño dorado de mi ciudad.