jueves, 30 de agosto de 2007

Anticonceptivos

Hojeando un libro, descubro los esfuerzos que han realizado en distintas culturas las mujeres -y algunos hombres- para prevenir el embarazo no deseado.

Por ejemplo, las indias djukas en Sudamérica se colocaban en la vagina cáscaras de naranja, cubriendo el cuello del útero, a modo de diafragma, que, por su acidez, debían ser también espermicidas. Leo acerca de complejas y variadas recetas de hierbas, algas, incluso de opio en bolas para taponar el cuello del útero, como en Sumatra. Me llaman la atención, especialmente, dos:

También en Australia se conocía la receta de Aspasia de Mileto, que consistía en levantarse, arrodillarse y estornudar para que el semen cayera fuera de la vagina.

Dra. Clasina Kraan, Preguntas de mujer,
Barcelona, Plaza & Janés, 1988, pág. 150


Esta me recuerda a una amiga mía que me contaba hace años sus intentos anticonceptivos dando saltos y más saltos de pie, al lado de la cama, mientras su pareja se estaba duchando.

Soranos, médico griego de principios de la era cristiana, aconsejaba contener la respiración para evitar el embarazo.

Dra. Clasina Kraan, Preguntas de mujer,
Barcelona, Plaza & Janés, 1988, pág. 150


Éste me recuerda la sección de falsas ideas que hay que descartar sobre la sexualidad de algún manual de educación sexual, donde se recordaba que había muchas y muchos adolescentes que aún tenían dudas sobre si se podía producir el embarazo si no había amor, si en la relación sexual no se incluían besos, etc.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

También era malo lo contrario: cuando nos decían que podíamos quedarnos embarazadas con un beso o bañándonos en una piscina mixta.

Profesor Portillo dijo...

Cierto. Pero, ¿no te parece terrible que, por ignorancia, se queden embarazadas las muchachas y se les complique la vida, opten por lo que opten?
¿No sería mejor asegurarnos de que no tienen esas falsas ideas?
¿Un poquito de educación sexual en los colegios e institutos? ¿Un poquito de hablar claro y pronto en las familias?

Anónimo dijo...

Por supuesto.

En mi época, lo normal era que tu madre no te hablara del tema hasta poco antes de casarte. Se le llamaba "la conversación" y su fín era que la noche de bodas no fuera traumática.

No se contemplaba, por tanto, que pudieras practicar el sexo antes de ese momento. De modo que, si lo hacías, llevabas una ignorancia total.

A menos que tuvieras la suerte de echarte un novio ginecólogo....

Muy piadoso y formal...pero ginecólogo. Y así, falsas ideas, ni una.

Profesor Portillo dijo...

Felicidades.

Anónimo dijo...

Lástima que el ginecólogo se fuera antes del momento de "la conversación"....

Anónimo dijo...

Vaya rollo.

Anónimo dijo...

En aquel momento, tragedia en dos actos y un epílogo.