jueves, 22 de febrero de 2007

Séneca, antinómada...

Le escribe Séneca a un amigo:

"Por lo que me escribes, y por lo que siento, concibo buenas esperanzas, ya que no andas vagando y no te afanas en cambiar de lugar. Estas mutaciones son de alma enferma; yo creo que una de las primeras manifestaciones con que un alma bien ordenada revela serlo es su capacidad de poder fijarse en un lugar y estar consigo misma."

Elogio de la ancianidad (cartas morales a Lucilio), I, II
Barcelona, folio, 2007, pág. 11


Y continúa, insistiendo, para demostrar la inconveniencia de la mudanza constante del viajero:

"...a los que pasan su vida corriendo por el mundo les viene a suceder que han encontrado muchas posadas, pero pocas amistades..."
Elogio de la ancianidad (cartas morales a Lucilio), I, II
Barcelona, folio, 2007, pág. 11

¿Acaso no se puede estar con uno mismo en movimiento, en el viaje, en la mudanza y en el cambio? ¿Acaso la amistad es imposible en la distancia y el encuentro?

Mmmm... hay otros textos en los que muestra un estoicismo relativamente amable. En estas cartas se vuelve rígido y obsesivo, negativo:

"y si te fijas bien, la mayor parte de la vida la pasamos entregados al mal; otra parte, y no menguada, sin hacer nada, y toda la vida haciendo lo que no debíamos hacer".
op.cit. pág. 9

¡Qué visión más amarga y resignada!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

También alguien dijo:

A donde quiera que vaya, el hombre no hace más que buscarse a sí mismo.

Profesor Portillo dijo...

E incluso, a veces, encontrarse... sólo hay que saber mirar y no esperar fuegos artificiales.